NO ES QUE EL GOBIERNO (canario), el Cabildo (tinerfeño) o cualquier otra administración (municipal) haya obsequiado a los habitantes de este hermoso y "decapitado" núcleo costero con un viaje al corazón de la Unión Europea, para que allí, aprovechando la ocasión, promocionen las excelencias de un destino turístico inigualable y sirvan de reclamo para atraer a sus ciudadanos hasta estas tierras tan necesitadas. No es el caso. A Bruselas se han sacado un billete de avión los representantes de Cho Vito para pedir en tierra lejana y extranjera lo que aquí, en suelo propio, se les ha negado: justicia.
Para los que no lo recuerden o lo recuerden mal, este hermoso poblado marinero fue derribado por incumplir, así, de la noche a la mañana, una ley de costas bastante "rarita" (veáse el adefesio de Añaza, en pie y desnudo frente al horizonte, o un sinfín de instalaciones hoteleras que proliferan a lo largo de una costa "protegida" y para las que, sospechosamente, siempre hay licencia).
En pie quedaron apenas un puñadito de casas en Cho Vito. Lo demás se redujo a escombros. Ahora, transcurridos unos nueve meses de aquella fatídica intervención, ese desolador paisaje permanece inalterable. No se entiende dónde estaba la prisa. No hay rastro de las palas, pero tampoco hay proyectos, ni nada... Sólo el recuerdo mantenido en la memoria colectiva de un pueblo que ha permanecido unido en su batalla y que ahora ha visto cómo el Parlamento Europeo admite a trámite su petición de que sea investigada la demolición de sus hogares. Y allá van. A Bruselas. Eso sí, antes deberán hacer cola para pagar la contribución de unas casas fantasmas, que para eso Hacienda se ha apresurado a confirmar que el 100% de la titularidad del terreno está en suelo urbano.
* Redactora de EL DÍA
Para los que no lo recuerden o lo recuerden mal, este hermoso poblado marinero fue derribado por incumplir, así, de la noche a la mañana, una ley de costas bastante "rarita" (veáse el adefesio de Añaza, en pie y desnudo frente al horizonte, o un sinfín de instalaciones hoteleras que proliferan a lo largo de una costa "protegida" y para las que, sospechosamente, siempre hay licencia).
En pie quedaron apenas un puñadito de casas en Cho Vito. Lo demás se redujo a escombros. Ahora, transcurridos unos nueve meses de aquella fatídica intervención, ese desolador paisaje permanece inalterable. No se entiende dónde estaba la prisa. No hay rastro de las palas, pero tampoco hay proyectos, ni nada... Sólo el recuerdo mantenido en la memoria colectiva de un pueblo que ha permanecido unido en su batalla y que ahora ha visto cómo el Parlamento Europeo admite a trámite su petición de que sea investigada la demolición de sus hogares. Y allá van. A Bruselas. Eso sí, antes deberán hacer cola para pagar la contribución de unas casas fantasmas, que para eso Hacienda se ha apresurado a confirmar que el 100% de la titularidad del terreno está en suelo urbano.
* Redactora de EL DÍA
